A los dos años nos mudamos a una casa más amplia, ubicada en la colonia San Juan, también en Iztapalapa. Fue un cambio importante, ya que representó el inicio de una etapa más activa en mi vida.
Mi mamá trabajaba como diseñadora gráfica, y mi papá como chófer en una fábrica que distribuía libros, juguetes y artículos de entretenimiento. Debido a su trabajo, él viajaba constantemente a diferentes estados, por lo que pasaba mucho tiempo fuera de casa.
Como no había una persona que pudiera cuidarme todos los días, mi mamá decidió llevarme con ella a su trabajo. Recuerdo que disfrutaba mucho esos momentos, ya que el jefe de mi mamá me trataba muy bien y me dejaban jugar con las computadoras. Me sentía muy feliz en ese ambiente.
Con el tiempo, mi mamá dejó de llevarme a su trabajo porque mis abuelos maternos se mudaron con nosotros para apoyarnos. A partir de entonces, ellos se convirtieron en una parte muy importante de mi cuidado y desarrollo diario.
Mi primera fiesta de cumpleaños fue cuando cumplí tres años. Recuerdo que asistieron familiares y amigas de mi calle. Fue un día muy especial para mí, lleno de globos, pastel, regalos y juegos. Ese momento marcó el inicio de una niñez muy querida.